El oficio de Simón no es uno de los mas gratificantes. Ser un operario de limpieza del deposito municipal de basura no le anima mucho, pero le da lo suficiente para pagar los gastos y las deudas que tiene pendiente. Simón ya sabe que se tendrá que quedar ahí, ya que no le queda más remedio. Se pasa ahí todo el día, cumpliendo a rajatabla el horario intensivo de 12 horas. Apenas tiene tiempo para nada.
Para acudir a su puesto hace un herculeo esfuerzo al levantarse a las cinco de la mañana para poder coger el autobus que le lleva al centro de la ciudad, luego debe coger otro que le lleve al polígino donde trabaja, pero para ello debe apresurarse ya que si lo pierde debera esperar tres cuartos de hora hasta que pase el próximo, ya que a esa hora de la mañana la frecuencia es escasa.
Como todas las mañanas Simón espera pacientemente al autobús, sin embargo éste se retrasa un poco, ya ha sucedido en otras ocasiones. Al llegar el autobús Simón comprueba que están los de siempre, un señora con bolsas varias, un señor con cartera y de vez en cuando un vejete. Esa no es una hora en la haya mucha gente, así que Simón se sienta siempre en el asiento de detrás del conductor. El ligero retraso ha hecho que pierda la conexión con el otro autobús, así que le tocará esperar 45 minutos otra vez. Mientras espera nota como la publicidad de la marquesina ha cambiado.
Cada primero de mes suelen cambiar los posters publicitarios de las marquesinas de las paradas. La del mes anterior se trataba de una maraca de refresco. No era muy original ya que sólo era una pandilla de jovenes bebiendo el citado refresco. El del otro mes era más divertido, dos gatos batiendose en duelo por una gata. Se trataba de unos grandes almancenes. Sin embargo el de este mes le gustó mucho a Simón. En él se podía ver a una mujer rubia vestida de princesa de la edad media, al fondo un castillo rodeado por riachuelo. El puente levadizo estaba bajado y varios subditos estaban en formación para recibir a los reyes y la princesa. Otra vez se trataba de los mismos grandes almacenes, que promocinanban la temporada de primavera/verano.
Simón se quedó absorto con la imagen de aquella princesa. Se quedo mirando tanto tiempo que la espera se le hizo muy corta.
Una vez en el trabajo, no podía hacer otra cosa que pensar en ese anuncio. Se le veía bastante distraido. Al regreso volvío a ver de nuevo el susodicho anuncio. Todos los dias que pasaba por ahí observaba el anuncio detenidamente, tanto que se imaginaba que él pertenecia a ese reino. En su mente se inventaba historias y batallas. Pero se dió cuenta de que al acabar el mes volverían a cambiar de anuncios.
Un día de insomnio Simón no pudo más e ideó un plan para hacerse con el anuncio de la marquesina. Y antes del día señalado Simón hizo lo siguente.
Despés de cumplir con su turno se dirgió a la parada del polígono, luego se bajo en el centro de la ciudad y ahí no cogió el autobús que le llevaría a casa, sino que se quedo deambulado por las calles hasta altas horas de la noche.
Ya de madrugada, sacó de su mochila un destornillador y un martillo, esperó a que pasará el camión de la basura de una de las calles adyacentes, y en ese momento golpeo la ventana de la marquesina. Una y otra vez. Una y otra vez, cautelosamente y siempre mirando a su alrededor. Hasta que se desprendió trozos del ventanal de la marquesina, dejando al descubierto gran parte del anuncio. Lo sustrajo cuidadosamente, lo enrrolló y se fué. Tres manzanas más abajo cogió un taxi que le llevó a su casa.
Una vez en su casa, desenrrolló en anuncio y lo colgó en su habitación. Ese poster era lo único que habia colgado en su cuarto. Una habitación de pocos metros cuadrados, escaso de decoración.
Observo a la princesa y puso punto final a aquella noche para quedar atrapado en un nuevo reino, el reino de los sueños. Donde nada más llegar fue recibido con un sequito que le iban a conducir a palacio. El viaje transcurría sin problemas ni contratiempos, un mozo le comentaba mientras que la princesa le aguardaba en palacio.
Repicaban las campanas al pasar por la iglesia, daban las doce del mediodía. No paraba de sonar, cada vez más alto...
Se despertó y comprobó para su desdicha que el despertador daban las 5 de la mañana. Sólo pudó descansar dos horas.
Otra vez en la fábrica volvía a estar distraído. Sus movimientos eran torpes y cada vez se sentía menos agusto ahí dentro, pero no tenía más remedio. Una vez de vuelta a casa después de una discreta cena. Observo a la princesa del anuncio y cerró los ojos. Sin embargo en esta ocasión no logra dormirse. Los abre y los cierra mientras ve correr el tiempo en el despertador. Otra noche de insomio, pensó Simón. De pronto oye como alguien le llama.
-Simón, Simón. ¿Me oyes?
Es una voz dulce, suave. Simón no sabe de donde viene, mira a todos los sitios. Abre la ventana de su cuarto para ver si hay alguien en la calle. Pero a esas horas está vacía y sin embargo no cesa de escuchar su nombre.
-Simón.
-¿Quién me llama? ¿Donde estás?
-Simón, estoy aquí.
-¿Dónde?
-Enfrente tuya. ¿No me ves?
De repente la princesa del anuncio sale del poster y se acerca a Simón. Éste atónito se queda de piedra, tanto que no es capaz de hacer ni un movimiento.
-Simón no me mires así.-dice la pricesa con una voz dulce.
-Yo... yo.... yo...
-Tranquilo no te pongas nervioso.-añade.-He sabido que te perdiste en el camino al castillo.
-Bueno... yo...
-Ven conmigo.-Le da la mano.- No temas.
Simón tama la mano de la princesa. Se introducen en le poster del anuncio y le conduce a palacio. Es un palacio bastante ornamentado, con muchas vidrieras representando distintas etapas de la historia, batallas y hazañas. Varios pajes salen a recibir a la princesa.
-Oh! Princesa Irma en que os puedo servir.-le dice uno de ellos.
-Haced el favor de llevar a este caballero a sus aposentos de invitados.
-Como su alteza ordene.
Simón se va con uno de los pajes a una habitación que hay para invitados de honor. Durante el camino el paje le comenta que él ha sido el elegido por la Princesa Irma para que tome su mano. Ya que según la leyenda, un caballero valeroso vendrá al reino para salvaguardar la corona.
El rey y la reina desaparecieron hace años debido a una peste que asoló mas de media ciudad. Otros imperios han intentado hacerse con el reino dada a su debilidad por falta de un monarca. En los últimos meses el reino se ha visto amenazado y la Princesa Irma ha estado buscando al caballero más valiente del mundo.
Ante esta imformación del paje Simón añade:
-¿Creeís que yo soy valeroso?
-La Princesa tiene fe ciega en vos.-responde el paje- y la princesa nunca se equivoca.
-Pero yo no soy de este mundo.
-Precisamente. Sólo alguien del otro mundo es capaz de frenar los ataques de otros imperios avidos de conquistar este reino.
La respuesta no convence mucho a Simón, pero la idea de contraer matrimonio con la Princesa Irma le agrada mucho.
Una vez llega a su habitación, nota que hay una misiva en la mesilla. Ésta dice lo siguiente:
"Estimado caballero:
Como os habrá comentado el paje real, la situación del reino es crítica. es pues que necesito una respuesta de vos lo antes posible.
Atentamente
La Princesa Irma."
Al día siguiente suena otra vez el dichoso despertador a las cinco de la mañana como un clavo. Simón se despierta en su cuarto y lo unico que ve es el anuncio que previamente cogió.
-Vaya... era otro sueño.-pensó en voz alta.
Se dirgía al trabajo como todos los días cabizbajo cuando llaman al timbre. Simón abré la puerta y ve al paje real.
-Simón, la princesa Irma me envia para que me comunique si ha tomado una decisión respecto a la invitación que se le ha propupuesto.
Simón boquiabierto se dirige como una flecha a su cuarto para ver el poster del anuncio y ve que la princesa no está. Ha desaparecido. A lo que responde:
-Llavadme a palacio si sois tan amables.
Ambos se dirigen a palacio donde Simón contraera nupcias con la princesa Irma y serán proclamados Reyes del Reino.
Ha llegado la hora señalada. La princesa Irma con un vestido de novia deslumbrate baja las escaleras de palacio, mientras Simón le aguarda abajo.
La belleza de la princesa Irma es tal que todos los subditos se quedan con con la boca abierta. Hasta los trompetistas reales han dejado de tocar la fanfarria de entrada. es un gran día para Simón. Su sueño se va a cumplir.
La ceremonia comienza. La Princesa Irma y Simón se cogen de la mano y escuchan al Cardenal de Palacio.
Paralelamente en el mundo real se celebra otra ceremonia. No es en un palacio sino en una iglesia proximo al barrio de la residencia de Simón.
En un ataúd de madera descansa el cuerpo sin vida de Simón. Fue encontrado muerto hace dos días por sobredosis por la policia. Un empleado de la fabrica, que al observar la ausencia de Simón en el puesto, alertó a la policia.
La princesa Irma y Simón se dan un beso para sellar su compromiso nupcial. Su reino comienza en el momento en que se da sepultura a Simón.
2 comentarios:
Ay, que pena... pero bueno si marchó al lugar soñado.
Supongo que todos deseamos que el día que llegue el momento de hacer ese viaje, no sea a un lugar vacío sino al país de nuestros sueños.
Deseemos que Simón encuentre ahí el lugar que no encontró en esta vida para ser feliz...
Un beso, cielo.
Natacha.
Lo leí del tirón jeje. Engancha.
Muchas gracias. En el país de los sueños manda el que sueña jeje
Un saludo!
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