Hace unos años un caballero, al que llamaremos Sr. Delaney, se casó en segundas nupcias con una viuda casadera que tenía dos hijas la mar de merdellonas. Del primer matrimonio tuvo una hija a la que llamaron Beatriz, Betty para todos y era muy guapa. La mujer divorciada no no sólo hizo las maletas al descubrir que la engañaba con esa versión grotesca de viuda sacada de los cuentos de Dickens, sino que se quedó con la casa, el coche y el perro.
Por este motivo este el Sr. Delaney se fue a vivir con la viuda de Dickens y sus dos hijas y se llevó a su hija, la desdichada Betty, que le tocaba hacer los trabajos más duros sin que su padre se inmutara. Se pasaba el día recogiendo las cenizas de las cajetillas que fumaban sus hermanastras, pues desde la nueva ley anti-tabaco ya sólo podían fumar en casa. Cada día sacaba bolsas y bolsas de cenizas de cigarrillos, maría y puros en ocasiones especiales pues además de las hijas la viuda y el caballero fumaban más que Garci durante la emisión de un filme en su programa.
Por ese motivo las hijas la llamaban Cenicienta.
-Cenicienta recoge las cenizas del cuarto de la Jenny.-dijo la madrastra para luego añadir- que se va de tiendas porque se tiene que poner mona para un gran acontecimiento.
-¿Un acontecimiento?-dijo la Jenny desde el otro lado del pasillo.
-Sí, tenemos entradas para la final de la Copa del Reino.
De pronto un tremendo grito emergió de las gargantas de las dos hijas, pero duraron poco pues la nicotina y el alquitran contribuyeron a que ese estruendo ruido fuese breve.
La Jenny y la Jessy eran las dos hermanastras con las que tenía que convivir Beatriz. Mientras que ellas tenían su propía cama acolchada con miles de pósters de tíos buenos en el cuarto, ella se las tenía que apañar en el armario, pero sólo en la parte baja, pues las estanterías estaban para colocar la ropa de las dos hermanas.
Durante mucho tiempo habían soñado ir un partido, no para disfrutar del fúbol sino para ver a los futbolistas. Por fín, después de enviar miles de sms con la palabra ganar al 555555 les tocó entradas para toda la familia.
Beatriz... digo Cenicienta pensó que también podría ir, pero al parecer no estaba en los planes de la familia llevarla al estadio. En lugar de ir la madrastra le dijo que se quedrá en casa y limpiara la chimenea, que estaba de roña hasta arriba, mientras ellas se iban de compras para ponerse monas.
Mientras Betty sacaba brillo a la chimenea se lamentaba de lo desdichada que era y pensaba lo maravillososo que sería ir a ver el partido aunque sólo fuera por salir de aquel lugar. De pronto oyó como alguien llamaba a la puerta. "Toc toc"
Al abrirla se encontró con una señorita que parecía envuelta en un halo de luz.
-¿Quien eres? ¿Eres mi hada madrina?.- pregunto Betty.
- No. Porque los preguntas?
- Es que tenías un halo de luz.
- La iluminación del pasillo deja mucho que desear.-respondió la señorita, para luego añadir.- En realidad lo que vengo es a preguntarte si te has planteado tu futuro?
- ¿Cómo?
- ¿Eres feliz con el trabajo que desempeñas actualmente?
- No.
- Y seguro que te gustaría cambiar, ¿no?
- Bueno... yo...
- Me permite entrar para comentarle qua ahora es posible darle un vuelco a su destino.
Betty la dejó pasar. La señorita le comentó distintos cursos formativos express on-line. A Betty le resultaron interesantes. Después de meditarlo unos segundos optó por uno de periodismo deportivo. Realizó la matricula y demas gestiones con los ahorros escondidos que tenía y se puso a empollar el temario. Para estar preparada para el examen de la proxima semana.
Mientras las hermanas fumaban como carreteros por la noche, ella se memorizaba cada tema como ellas se terminaban un pitillo.
Llegó el día de la final. Las hermanas Jessy y Jenny con la madrastra se fueron al estadio y dejaron a Betty que limpirara la roña de la cocina. En lugar de eso salió por una ventana, ya que una agencia la había contratado en practicas para cubrir el evento pero debía volver antes de que ellas regresaran, sino se darían cuenta de que ella había salido.
Mientras la madrastra y la Jenny y la Jessy dedicaban a decir piropos sutiles a los futbolistas como "Tío bueno! Ven pa'ca y méteme un golazo!" o "Déjame que te toque el silbato para comenzar el partido, tío cañon!!" Beatriz estaba bien camuflada con su kit de reportera de campo. El partido discurría normalmete. El público rugía y el marcador no se movía.
Después de los 90 minutos y alguno que otro más se acabó el partido sin necesidad de ir a la tanda de penaltys. Betty debía ir hacía el palco para tomar la foto que saldría en los periodicos. Una vez ahí arriba el príncipe dió la copa al equipo ganador, pero se fijo en la periodista que tomaba la foto sólo un instante ya que al recoger el trofeo se formo un revuelo por haber ganado la competición. El príncipe apenas tuvo tiempo de ver como se llamaba la periodista pues los jugadores no le permitieron ver mucho. Lo que sí se fijo que debido al tumulto a la reportera se le salió un zapato plano con detalles ornamentales que parecían de cristal. Lo recogío y no pudo ver a aquella reportera por el estadio.
Días más tarde en palacio, los monarcas del Reino observaron que el príncipe mostraba un repentino interés por la sección deportiva de los informativos de cierta cadena televisiva. Era tal el interés que mostraba que durante los compromisos estatales estaba distraido y preguntaba donde había un televisor para ver la sección de deportes. Un buen día los monarcas del Reino dieron con la respuesta. Se fijaron que en la sección deportiva salía muy a menudo cierta reportera comentando las crónicas de la jornada, noticias de última hora y todo lo demás.
Mientras tanto Betty se las arreglaba para hacer sus reportajes sin ser descubierta por la madrastra. Afortunadamente las noticias no eran uno de sus programas predilectos y veían programas más acordes a su persona. Cierto día Betty fue a cubrir la candidatura del Reino a los juegos deportivos. Uso la tactica de irse a descansar, pero como sabía que la madrastaras y sus hijas no la dejarían la harían trabajar limpiando el sotano. Ahí, a traves de una trampilla Bettty salía y vovía sin que se diesen cuenta.
La ceremonia ya había comenzado cuando llegó, pero pudo llegar a tiempo para saber a quien nombrarían para albergar los juegos deportivos. De pronto se oyó como el Reino era nombrada como sede entre el júbilo de los asistentes. Betty se fue al set de entrevistas para coger las impresiones de los maximos mandatarios del Reino,así como los deportistas que estaban ahí.
El Príncipe del Reino gracias a su estatura pudo divisar a la periodista en lontananza, se acerco a ella mientras ella entrevistaba a un deportista en directo.
-Tenemos aquí al Príncipe del Reino.-informa a los televidentes en riguroso directo- Su Alteza, como empezó la cosa y mira ahora... sede de los juegos deportivos.
Por este motivo este el Sr. Delaney se fue a vivir con la viuda de Dickens y sus dos hijas y se llevó a su hija, la desdichada Betty, que le tocaba hacer los trabajos más duros sin que su padre se inmutara. Se pasaba el día recogiendo las cenizas de las cajetillas que fumaban sus hermanastras, pues desde la nueva ley anti-tabaco ya sólo podían fumar en casa. Cada día sacaba bolsas y bolsas de cenizas de cigarrillos, maría y puros en ocasiones especiales pues además de las hijas la viuda y el caballero fumaban más que Garci durante la emisión de un filme en su programa.
Por ese motivo las hijas la llamaban Cenicienta.
-Cenicienta recoge las cenizas del cuarto de la Jenny.-dijo la madrastra para luego añadir- que se va de tiendas porque se tiene que poner mona para un gran acontecimiento.
-¿Un acontecimiento?-dijo la Jenny desde el otro lado del pasillo.
-Sí, tenemos entradas para la final de la Copa del Reino.
De pronto un tremendo grito emergió de las gargantas de las dos hijas, pero duraron poco pues la nicotina y el alquitran contribuyeron a que ese estruendo ruido fuese breve.
La Jenny y la Jessy eran las dos hermanastras con las que tenía que convivir Beatriz. Mientras que ellas tenían su propía cama acolchada con miles de pósters de tíos buenos en el cuarto, ella se las tenía que apañar en el armario, pero sólo en la parte baja, pues las estanterías estaban para colocar la ropa de las dos hermanas.
Durante mucho tiempo habían soñado ir un partido, no para disfrutar del fúbol sino para ver a los futbolistas. Por fín, después de enviar miles de sms con la palabra ganar al 555555 les tocó entradas para toda la familia.
Beatriz... digo Cenicienta pensó que también podría ir, pero al parecer no estaba en los planes de la familia llevarla al estadio. En lugar de ir la madrastra le dijo que se quedrá en casa y limpiara la chimenea, que estaba de roña hasta arriba, mientras ellas se iban de compras para ponerse monas.
Mientras Betty sacaba brillo a la chimenea se lamentaba de lo desdichada que era y pensaba lo maravillososo que sería ir a ver el partido aunque sólo fuera por salir de aquel lugar. De pronto oyó como alguien llamaba a la puerta. "Toc toc"
Al abrirla se encontró con una señorita que parecía envuelta en un halo de luz.
-¿Quien eres? ¿Eres mi hada madrina?.- pregunto Betty.
- No. Porque los preguntas?
- Es que tenías un halo de luz.
- La iluminación del pasillo deja mucho que desear.-respondió la señorita, para luego añadir.- En realidad lo que vengo es a preguntarte si te has planteado tu futuro?
- ¿Cómo?
- ¿Eres feliz con el trabajo que desempeñas actualmente?
- No.
- Y seguro que te gustaría cambiar, ¿no?
- Bueno... yo...
- Me permite entrar para comentarle qua ahora es posible darle un vuelco a su destino.
Betty la dejó pasar. La señorita le comentó distintos cursos formativos express on-line. A Betty le resultaron interesantes. Después de meditarlo unos segundos optó por uno de periodismo deportivo. Realizó la matricula y demas gestiones con los ahorros escondidos que tenía y se puso a empollar el temario. Para estar preparada para el examen de la proxima semana.
Mientras las hermanas fumaban como carreteros por la noche, ella se memorizaba cada tema como ellas se terminaban un pitillo.
Llegó el día de la final. Las hermanas Jessy y Jenny con la madrastra se fueron al estadio y dejaron a Betty que limpirara la roña de la cocina. En lugar de eso salió por una ventana, ya que una agencia la había contratado en practicas para cubrir el evento pero debía volver antes de que ellas regresaran, sino se darían cuenta de que ella había salido.
Mientras la madrastra y la Jenny y la Jessy dedicaban a decir piropos sutiles a los futbolistas como "Tío bueno! Ven pa'ca y méteme un golazo!" o "Déjame que te toque el silbato para comenzar el partido, tío cañon!!" Beatriz estaba bien camuflada con su kit de reportera de campo. El partido discurría normalmete. El público rugía y el marcador no se movía.
Después de los 90 minutos y alguno que otro más se acabó el partido sin necesidad de ir a la tanda de penaltys. Betty debía ir hacía el palco para tomar la foto que saldría en los periodicos. Una vez ahí arriba el príncipe dió la copa al equipo ganador, pero se fijo en la periodista que tomaba la foto sólo un instante ya que al recoger el trofeo se formo un revuelo por haber ganado la competición. El príncipe apenas tuvo tiempo de ver como se llamaba la periodista pues los jugadores no le permitieron ver mucho. Lo que sí se fijo que debido al tumulto a la reportera se le salió un zapato plano con detalles ornamentales que parecían de cristal. Lo recogío y no pudo ver a aquella reportera por el estadio.
Días más tarde en palacio, los monarcas del Reino observaron que el príncipe mostraba un repentino interés por la sección deportiva de los informativos de cierta cadena televisiva. Era tal el interés que mostraba que durante los compromisos estatales estaba distraido y preguntaba donde había un televisor para ver la sección de deportes. Un buen día los monarcas del Reino dieron con la respuesta. Se fijaron que en la sección deportiva salía muy a menudo cierta reportera comentando las crónicas de la jornada, noticias de última hora y todo lo demás.
Mientras tanto Betty se las arreglaba para hacer sus reportajes sin ser descubierta por la madrastra. Afortunadamente las noticias no eran uno de sus programas predilectos y veían programas más acordes a su persona. Cierto día Betty fue a cubrir la candidatura del Reino a los juegos deportivos. Uso la tactica de irse a descansar, pero como sabía que la madrastaras y sus hijas no la dejarían la harían trabajar limpiando el sotano. Ahí, a traves de una trampilla Bettty salía y vovía sin que se diesen cuenta.
La ceremonia ya había comenzado cuando llegó, pero pudo llegar a tiempo para saber a quien nombrarían para albergar los juegos deportivos. De pronto se oyó como el Reino era nombrada como sede entre el júbilo de los asistentes. Betty se fue al set de entrevistas para coger las impresiones de los maximos mandatarios del Reino,así como los deportistas que estaban ahí.
El Príncipe del Reino gracias a su estatura pudo divisar a la periodista en lontananza, se acerco a ella mientras ella entrevistaba a un deportista en directo.
-Tenemos aquí al Príncipe del Reino.-informa a los televidentes en riguroso directo- Su Alteza, como empezó la cosa y mira ahora... sede de los juegos deportivos.
- Que quieres que te diga.
- ¿Qué me digas como te sientes?
- Pues muy felices y muy contentos y creo nos lo merecemos. Agradecer a la organicación deportiva, a todos los ciudadanos que se han volcado con este proyecto.. y...-El Príncipe sin cortarse un pelo la coge sutilmente del cuello y le planta un beso de esos que salen en las pelis y luego se marcha.
-Bueno... madre mía... luego seguimos...
La madrastra y sus hijas que seguían la ceremonía por la tele no daban crédito a lo que veían. Ya en privado el príncipe del Reino le mostró un zapato y le preguntó si era suyo. A lo que ella respondío afirmativamente.
-Lo había perdido durante mi primera retrasmisión- añadió.
El príncipe sin cortarse un pelo le propuso que se vieniera a vivir con él a lo que ella aceptó. Meses más tardes se casarían y en lugar de comer perdices comieron menús de nombres impronunciables como lomo a la bordelesa con salsa amarilla con esencia de pollo a la pepitoria bañado con pera bonita hélène.
La madrastra y sus hijas que seguían la ceremonía por la tele no daban crédito a lo que veían. Ya en privado el príncipe del Reino le mostró un zapato y le preguntó si era suyo. A lo que ella respondío afirmativamente.
-Lo había perdido durante mi primera retrasmisión- añadió.
El príncipe sin cortarse un pelo le propuso que se vieniera a vivir con él a lo que ella aceptó. Meses más tardes se casarían y en lugar de comer perdices comieron menús de nombres impronunciables como lomo a la bordelesa con salsa amarilla con esencia de pollo a la pepitoria bañado con pera bonita hélène.
-Fin-