29 de diciembre de 2010

De viaje en Nochevieja

Por $.M.K.

Faltan menos de dos minutos para que den las doce en el reloj de lapuerta del Sol. Todos están soplando sus matasuegras, cantando, celebrando el nuevo año que se avecina. La imagen se retransmite por televisión que son testigos de los comentarios de los presentadores, que recuerdan la diferencia entre los cuartos y las doce campanadas.

Silvio apenas presta atención a los comentarios de los presentadores, solo se esta atento a que suenen las doce campanadas. Lleva varias semana entrenando, ensayando la ingesta de las doce uvas en el tiempo que duran las campanadas. Ha dedicado buena parte de su tiempo a este menester. Según la tradición popular si se pide un deso este se cumplirá si se logra tragar las doce uvas con éxito.

Las campanadas están apunto de dar comienzo. Silvio se prepara. No quiere cometer ningún error. Cierra los ojos y pide su deseo. Un deseo poco frecuente entre tanta multitud. Un deseo que no tiene nada que ver con lo pagano o material.

-Deseo dejar de vivir el año que está apunto de empezar. -murmura en voz baja.

Un deseo que a cualquiera dejaría helado.Pero, ¿qué es lo que le lleva a pedir tal deseo?.

Meses atras se enteró de que la mujer a la que amaba en silencio finalmente se casará el año que viene. Se lamentó de que nunca pudiera haberle confesado tal secreto, pero sabía que si le comentaba tal asunto ella lo rechazaría, ya que apenas mantenía contacto con ella, solamente se saludaban cuando se encontraban en el trabajo, algunos de estos encuentros eran premeditados por parte de Silvio en la fotocopiadora, en el ascensor, pero jamás pudo decir más allá que hola o hasta luego, ya que a ella nunca le decía adios.

Soñaba con cambiarse a un piso más amplio que el cuchitril donde habitaba, que apenas cabía un mueble decente. Llevaba tanto tiempo ahorrando para comprarse un coche con el que llevar a aquella que él tomó como su Dulcinea, cuyo nombre es Emma, y llevarla por los lugares más encantadores de la provincia.

Contaba estrellas, mientras formulaba su deseo de estar a su lado, hasta incluso le rezo a San Judas Tadeo, patrón de los asuntos imposibles cuando se enteró de que estaba saliendo con alguien. Pero sus intentos habían sido en vano.

Silvio es un tipo tirando a bajo, con pequeños sintomas de tartamudeos que se incrementaban cuando estaba nervioso. Desde su nacimiento sufría de acropaquia que hacía que siempre llevara las manos metidas en los bolsillos para ocultar esta deformidad. Y cuando estaba con ella en el ascensor se aseguraba que no viera sus manos ya que temía algún comentario. Raras veces las personas se fiajn en las manos, pero el siempre lo hacía, observaba como los dedos de los demás eran uniformes, con uñas rectas. Observó las de su amada, que le parecían fascinantes. Y siempre le hubiera gustado haberle estrechado la mano aquella vez que se conocieron por primera vez.

Llego el momento que Silvio ha estado esperando. Sentado en una silla observaba atento el comienzo de las campanadas. Los cuartos ya están en marcha. Los presentadores anuncian el inicio de las campanadas. La primera, la segunda, ahora la tercera campanada. Silvio usando su estrategia ensayada semanas antes logra comerse las tres primeras sin problemas. Siguen con la curata, la quita hasta que llega la duodecima campanada. Silvio logra su objetivo. Mientras en la Plaza del Sol todos celebran el nuevo año, Silvio apaga la televisión y se va derecho a su cuarto. Se enfunda su pijama confiando que la muerte le vaya a buscar a lo largo de año, y si puede ser antes de la boda. Mejor.

Poco antes de las ocho menos cuarto Silvio se despierta, apenas ha podido pegar ojo con el jolgorio estridente de la calle. Se dirige al cuarto de baño para lavarse los dientes, se mira al espejo y dice:

-¿Aún sigues aquí?

Se va a la cocina a prepararse un cacao y unas magdalenas. Mientras prepara el cacao oye que alguien toma asiento en la salita de estar. Se asoma y se percata de hay un individuo sentado en una de las sillas. Sigilosamente se dirige hacía él con una sartén en la mano. Aquel individuo nota los ligeros pasos de Silvio.

-¡Hombre, Silvio ya estas aquí! Toma asiento.-Le invita
-¿Quién eres tu? ¿Y qué demonios haces en mi casa?
-No te emociones que no voy a hacerte daño. Soy tu guía.
-¿Mi guía?- pregunta extrañado
-Efectivamente. Me llamo Suriel. Te conduciré al más allá.-le comenta.- Ayer en la duodecima uva te atragantaste.
-No puede ser, ayer me las comí todas.
-Sí, te las comiste todas, por eso tu deseo se ha cumplido
-Quieres decir que ya no estoy vivo.
-Afirmativo. Venga, tómate el cacao que le viaje es muy largo.

Silvio no salía de su asombro, resultaba que su deseo se cumplió. Siguió al guía Suriel hacía el Más allá, donde al parecer descansaría.

-Los días como estos son los más moviditos en el Más allá.-Comenta Suriel.-A Las imprudencias se nos unen los que ya estan enfermos de gravedad. En fin que es de los días más ajetreados. Tu petición nos llegó a última hora, junto con los accidentes de tráfico.
-No lo sabía. ¿Y cómo es el Más allá?
-Es un lugar del que una vez que entras, es imposible salir. Solamente Houdini casi lo consigue . Le pillamos por los pelos. Menudo pájaro estaba hecho, descubrió un punto débiil en el horizonte del infinito. Ni se te ocurra escapar, pues acabarías en el pozo hasta el fin de los tiempos.

-¿Es eso el infierno?
-Ja, ja, ja, ja... ¡qué guasón! No hay ni infierno, ni cielo ni leches. En el Más allá todos sois energía, a los malos se les manda al pozo donde su energía jamás podrá salir, los demás campan por el infinito.

Llegaron a las puertas del Más allá. Un lugar que era todo lo contrario a las descripciones que había oido en vida. Ni gran valla luminosa, ni nubes alrededor, ni leches. Se trataba de una especie de cueva iluminada en su interior. El lugar estaba lleno, había mucho ajetreo. Todos esperaban para entregar su envoltura grosera y convertirse en una llama de energia. Mientras Suriel le comnetaba el proceso, Silvio vió que a unos metros más adelante estaba Emma, su Dulcinea del Tomoso. Con sigilo se acercó a preguntar.

-Hola... esto... Qué haces por aquí..
-No sé donde estoy... tengo miedo...
-Emma...
-Cómo sabes como me llamo?
-Verás... es que nos conocemos. Los dos solemos coincidir de vez en cuando en el trabajo.
-Ah... ya recuerdo...-asiente.- Que hago aquí. Yo estaba en el coche de camino a casa y ahora no sé donde me encuentro. Esto es muy raro.
-No lo sabes! A ver... estas... mu... esto.. que ya no perteneces al mundo de los vivos. -le comenta.-Si no es indicreción puedes contarme que ha pasado?
-Bueno.. yo estaba con Jorge en el cotillón con unos amigos y eso. Sin querer derrame un poco de vino en la camisa de Jorge y se puso hecho una furia. Empezó a gritarme, a llamarme estupida y esas cosas. Yo me enfade y le dije que había sido sin querer. Uno de los que estaban ahí se puso en el medio para poner paz y Jorge se abalanzó contra él. Al final el de seguridad le echó del local y me tuve que ir con él. Iba refunfuñando todo el trayecto y culpandome de lo sucedido. No hacía más echarme la bronca sin prestar atención a la carretera. Y bueno ya ye figuras el resto, ¿no?
-¿Y él no está aquí?-inquirió Silvio
-Ahora que lo dices... todavía no le he visto, ni lo quiero ver, y sigo sin saber que hago aquí.-añadió entre sollozos.

De pronto Suriel aparece en medio de los dos.

-Qué diantres crees que estas haciendo. Esto no es la cola del Burger King, no hay que salirse de la fila. Menos mal que no nos han pillado sino tu vas de cabeza al pozo y yo me despido de mi labor de guía.
-Es que...
-Nada. Vuelve conmigo aquí sino nos la cargamos.

Volvieron a la fila.

-Oye, porque ella no tiene guía. Yo al menos no le he visto que tuviera uno?-Comenta Silvio.
-Los guías se asignan generalmente a almas en pena que no saben que camino seguir. Sin nosotros esas almas jamás llegarían al Más allá.

Silvio asintió. Se quedo pensativo mientras la fila avanzaba. Aprovechando que Suriel estaba ocupado colocandose el traje para estar presentable, Silvio se escapó de la fila para adelantarse hacía donde estaba Emma.

-Psssstt!- le hacía señas desde el suelo.
-Que pasa?
-Acompañame. Deprisa.

Emma mira a ambos lados y con un movimiento rápido se agacha.

-Creo que sé como se puede salir de aquí. Dicen que Houdini casi lo logró una vez.-susurra Silvio confiado.

Ambos se alejan despacio de la fila y logran salir de esa multitud de almas que esperan ser convertidas en energía. Suriel se percata de que Silvio no está y de inmediato hace sonar la alarma.

-Mi protegido se ha escapado!!

Llegan las fuerzas especiales del Más allá para pasar revista y notan que falta un ser que no ha sido aún registrado. La busqueda cominenza.

Emma y Silvio se encuentran en un lugar del infinito. Es como un desierto tridimensional. No hay nada. Avanzan en busca de horizonte del infito. Pero no es fácil encontrarlo pues su localización nunca es constante.
mientras las fuerzas especiales del Más allá bajo el mando de Suriel tratan de seguir el rastro que dejan ambos. Son capaces de detectar la energía que emanan de ellos y a través de esa energía es posible localizar su paradero. Pero ellos no lo saben.

Corren lo más deprisa que pueden Emma casi no puede correr más. Silvio observa un grupo de seres se aproximan a su encuentro a toda velocidad. Logra reconocer a Suriel entre el grupo. De inmediato coge a Emma en brazos y se lanza a la fuga.
la persecución se acorta más. En lontananza Silvio ve como aquel desierto infito acaba. Es como si viera la línea final del mar desde la orilla. Se dirige hacía ahí, le fallan las fuerzas, se agota cada vez más. Siente como las fuerzas especiales del Más allá se van acercando. Oye los gritos de Suriel diciendo que se paren, que no prosigan su huida. Que las consecuencias serían terribles. Les comenta que acabaran en el pozo si no se detienen.

Silvio hace caso omiso y a duras penas continua. El horizonte parece ya algo más cercano. Hasta que por fin logra su objetivo. Ha llegado al horizonte del infinito.

-Ya hemos llegado...
-¿Y ahora qué?-pregunta Emma
-No lo sé.. Suriel me comento que Houdini llegó hasta aquí. Luego no me dijo nada más.
-Qué hacemos.
-Creo que si te lanzas desde aquí es posible que encuentres la salida. Debe haber un punto o una especie de puerta que te lleve a nuestro mundo.
-Tu crees...
-No tenemos más opciones. Si nos pllan acabaremos en el pozo del que dicen. Que es como el infierno a algo así.
-Entonces no hay alternativa.

Las fuerzas especiales llegan a donde Emma y Silvio están y los atrapan.

-Os habeis metido en un buen lío.-Les reprocha Suriel.
-Bueno, ya que nos habeis pillado. ¿Cómo se supone que iba a escaparse Houdini?-Pregunto curioso Silvio
-Houdini descubrió que al otro lado del horizonte del infinito se encuentra el mundo de los vivos. Pero logramos atraparlo a tiempo ya que desprendía una energía inconfundible.

Mientras las fuerzas especiales se disponían a llevarles de vuelta a las puertas del más allá Silvio aprovecho un momento, para sorpresa de todos, y liberó a Emma de uno de los seres que la conducía de vuelta y de un empujón la lanzó hacía el otro lado del horizonte del infinito. Asomo la cabeza para verla por última vez mientras las fuerzas especiales lo redujeron.

En una habitación tenúe se hallaba Emma. Estaba en la cama de la sala de la UCI. Murmuró unas palabras. Los medicos que estaban de guardia se dieron cuenta de que por fin despertaba. Avisaron a los familiares de Emma que se hallaba angustiados en una sala de espera. Éstos asombrados fueron rapidamente a verla.
No podían entrar todos, asi que sólo entraron sus padres.

-¿Que tal estas?-Le pregunto su madre casi apunto de llorar de emoción.
-¿Donde estoy?-Pregunto Emma aturdida.
--Llevas casi un día en coma.-Le explica su padre.- Temiamos que no despertaras.
-¿Y Jorge?
-A ese que le den morcilla.-espetó la madre.
-También esta en el hospital.- le dice el padre.-Sólo presentaba una heridas de leve gravedad y un hueso roto.
-He tenido un sueño muy raro... no sé como explicarlo... era tan real. Estaba en el cielo y...
-Tranquila. Descansa. Nosotros estaremos aquí el tiempo que haga falta.-Le susurro la madre mientras acariciaba su cabeza vendada.

Ambos se marcharon y la dejaron en manos de los médicos. Mientras la atendían ella se quedó con la duda de si lo que había pasado era un sueño y en realidad habia tenido una experiencia cercana a la muerte. Estaba confusa. Se acordó de Silvio, aquel tímido tipo que se encontraba de vez en cuando en la sala de las fotocopias. Pensó en llamarlo.

Los médicos la dejaron que descansará y de pronto una sútil ráfaga de aire entro en la habitación y le acarició la mejilla de un modo tan cálido que notó como si Silvio le estuviera haciendo compañía. Cerro los ojos y se entrego a los brazos de Morfeo.



FIN

Malos tiempos para la música

Por $.M.K. Malos tiempos para la música Malos tiempos para la música Pongo la radio, sale una de Pitbull y en otra suena Nicki Minaj...